“Vengan, síganme,” dijo Jesús, “yo les enseñaré cómo pescar personas.” Y enseguida dejaron las redes y lo siguieron. Mateo 4:19-20
Esta historia siempre me ha desconcierta. Pedro dejo todo lo que conocía por seguir a Jesús. Dejo su antiguo modo de vivir, tirando su red fielmente e incuestionablemente, para confiar en el camino que Cristo puso para él. Pedro no sabía a donde se dirigía; solo tenía que confiar que Jesús lo dirigiría a un buen lugar. No sé tú, pero yo siempre he luchado con la idea de tirar mi red mundana y ciegamente seguir a Cristo. Siempre culpo el hecho de nunca saber qué paso tomar hacia qué dirección. Es en esos momentos que pienso en Pedro. Tal vez Pedro tenía momentos similares en su jornada; tal vez él también tenía dudas, pero recordaba que sus pasos estaban en las manos del creador, y sabía que los caminos de Dios eran buenos.
Seguir los pasos de Cristo donde sea que él me llama a ir me ha llevado a muchos (a lo que me gusta llamar) “momentos de Dios”, momentos en los que siento la presencia de Dios, escucho su voz, o veo sus milagros. El confiar en sus caminos me ha llevado a momentos de adoración y alabanza en los 66 acres y encontrar soledad en los lugares menos pensados, encontrar un buen momento de Dios en un salón de orientación de colegio en la Universidad de Harding, llorando frente a un profesor de Biblia (de quien no sabía ni el nombre) y mostrándome a Jesús por medio de sus sabias palabras y su buen corazón. Por último, confiando en el camino de Dios para mí me trajo a este aprendizaje como pasante.
No tenía idea hacia qué dirección ir al comenzar el verano, digamos que Pedro hizo que el tirar su red pareciera más fácil de lo que en realidad es. Recuerdo confiar en Dios completamente cuando apliqué para ser pasante, no tenía idea de lo que estaba haciendo y no tenía idea de hacia dónde Dios me dirigía. Estaba fuera de mi zona de confort y a veces dudaba del plan de Dios para mí, pero seguí confiando en el camino que Dios tenía para mí, y estoy tan agradecida de haberlo hecho. Jamás he estado tan agradecida por tal oportunidad como esta. Este aprendizaje me ayudó a desarrollar relaciones más profundas dentro de la iglesia, con el grupo de jóvenes, con el ministerio hispano, con mi propia hermana, y con compañeros de trabajo quienes han impactado mi vida profundamente y sinceramente.
He visto el trabajo del Espíritu de Dios en el trabajo este verano y he visto su Espíritu moverse por medio de tantas personas. He visto a tanta gente comprometer una vida nueva en Cristo este verano, el haber sido parte de cada uno ha sido una bendición. Sabía que Dios estaría presente de diferentes maneras este verano, pero para lo que no estaba preparada era el impacto que tendría en mí, y la gente a mi alrededor. Más específico, mi hermana, Haley. No sabía entonces que confiar en el camino de Dios para mí en Marzo, y aplicar para este trabajo, llevaría a impactar positivamente e influenciar la fe de mi hermana, llevándola a una nueva vida en Cristo. Ella también vio el llamado de Cristo y tiró su red, confiando en el nuevo camino que Dios tiene para ella. Y de todas las cosas, esa ha sido la bendición más grande de este verano.
Este verano he aprendido que el salir de mi zona de confort y confiar en su camino para mí me llevará a momentos Celestiales. Ahora sé que no se trata de saber hacia dónde llevará el camino o hacia qué dirección ir, es de saber que mientras te diriges a Cristo, Él te llevara. Así como Pedro confió en Jesús y siguió sus pasos, he tirado mi red y he confiado en el camino también, y me ha llevado en una jornada abrumada. Mi esperanza es que aprendas también a confiar en el camino de Dios, dispuesto a tirar tu red fielmente, y que te lleve a muchos “momentos de Dios” en tu vida. Mi vida lo fue.
