Una de las cosas difíciles que yo creo que hay en la vida del ser humano especialmente en la vida del cristiano es reconocer nuestras necesidades, no se usted que piense pero creo que una de las practicas que debemos de vivir no la vivimos como deberíamos. Hace algunos años estaba soltero, después me case y ahora soy padre de un hermoso niño y con la bendición de tener muy pronto en mis brazos una hermosa niña. En otras palabras me he multiplicado y ahora que tengo a esas personas en mi vida y el ministerio que Dios me ha dado como él nos da a cada uno de nosotros, y surge la gran pregunta para mí como me multiplico espiritualmente.
Para multiplicarse hay que fijarse metas!
¿Quién soy?
¿Qué quiero ser?
¿Qué estoy haciendo?
¿Qué quiero hacer?
¿Qué es lo que tengo?
¿Qué es lo que quiero tener?
¿Quién es mi discípulo o quiénes son, como los preparo para que ellos también discipular a otros? Un paso sencillamente es modelar el discipulado. La falta de modelos obstaculiza el que otros hombres, mujeres, jóvenes y niños sigan discipulando a otros. Hay una limitante en la vida del cristiano en las iglesias, y es cristianos que estén dispuestos a invertir sus vidas en otras personas. Esta es una situación verdaderamente triste.
El propósito de la multiplicación es un propósito eterno de Dios, desde el principio de la creación en el Génesis Dios dio mandamiento de reproducirse, de multiplicarse.
Por lo tanto todo cristiano debe de reproducirse, es una ley espiritual de crecimiento así como lo es el de la naturaleza. Tengo que reconocer que Jesús es el maestro por excelencia y que tengo necesidad de permanecer en su Palabra. “… si permanecéis en mi palabra, verdaderamente sois mis discípulos…” Juan 8.31 esto significa ser reales o realmente, auténticos.
Este principio me enseña que no debo de abandonar la Palabra, para suplir mis necesidades debo de reconocer que esta es mi única opción.
La Palabra nos enseña desde el principio:
“Oye ahora mi voz; yo te aconsejaré, y Dios estará contigo. Está tú por el pueblo delante de Dios, y somete tú los asuntos a Dios. Y enseña a ellos las ordenanzas y las leyes, y muéstrales el camino por donde deben andar, y lo que han de hacer. Además escoge tú de entre todo el pueblo varones de virtud, temerosos de Dios, varones de verdad, que aborrezcan la avaricia; y ponlos sobre el pueblo por jefes de millares, de centenas, de cincuenta y de diez. Ellos juzgarán al pueblo en todo tiempo; y todo asunto grave lo traerán a ti, y ellos juzgarán todo asunto pequeño. Así aliviarás la carga de sobre ti, y la llevarán ellos contigo. Si esto hicieres, y Dios te lo mandare, tú podrás sostenerte, y también todo este pueblo irá en paz a su lugar.” Éxodo 18.19-23
Moisés aprendió bien de su suegro, no solo lo vio como un objetivo para sus asuntos diarios, sino que también tuvo visión para las generaciones futuras.
“Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas”. Deuteronomio. 6.6-9; 11.18-21; 16.18-20
Moisés instruyo un proceso de discipulado entre padres e hijos e incluso nietos que asegurarían un liderazgo piadoso en el hogar y en la sociedad del pueblo de Dios.
El principio es desarrollar un liderazgo por medio de la formación de discípulos.
Moisés no dejo a Israel sin liderazgo, instruyo a Josué.
Moisés dio un principio administrativo: reprodúcete en otros de modo que el liderazgo del pueblo de Dios continúe por generaciones.
Por otra parte se nos muestra el principio de entrenar, de discipular; que es obvio en:
Eliseo y Elías: 1 Reyes 19.19-21; 2 Reyes 3.11
Jeremías y Baruc: Jeremías 36.4-6
El discipulado no es una opción es algo requerido en el ministerio. Dios ha designado personas para esta tarea de discipular. Tanto en el Antiguo Testamento se destaca el discipulado como en el Nuevo Testamento.
Jesús es el mayor hacedor de discípulos, el utilizo principios que continúan teniendo relevancia hasta el día de hoy tales como: Meditación en la oración, compasión, actitud positiva, concentración, creatividad, valor, conciencia limpia, convicciones.
Si queremos ser líderes eficaces debemos partir en desarrollar una vida de oración para poder vivir los principios de Jesús. El discípulo necesita propósitos que lo impulsen, que lo motiven, que tenga una clara perspectiva y una vida continua de oración.
Los propósitos eternos de Dios son claros en la Palabra y principia con reconocer la condición propia de cada uno a través de la oración. La oración con propósito eterno es la oración de Jesús en Juan 17.18 “… como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo…”. Ha esto la Biblia llama la ley espiritual de la multiplicación.