Nuestras vidas están en una constante transformación. Recuerdo el primer día que llegué a Denton, TX, hace un poco más de cuatro años. Al principio estaba solo y al poco tiempo mi bella esposa ya estaba conmigo, después de un corto proceso con inmigración. Lo que iba a durar cuatro años solo duro un año y medio, y ahí inicio una constante transformación en nuestras vidas. Estábamos con muchos retos, pero Dios siempre con nosotros, bendecidos.

Lo que parecía imposible hoy ha sido posible. Al poco tiempo de llegar ella a este país, Dios hizo un milagro de sanidad en su vida y el milagro de la vida, nuestro primer hijo y después llegó la niña. Hemos vivido muchas cosas en poco tiempo y hemos visto como todo con Dios es posible y la transformación que Dios hace.

Hace cuatro años las puertas de Singing Oaks fueron abiertas a nuestra comunidad hispana a través de clases de inglés y al cabo de un año la clase se transformó en clase de Biblia “conociendo la historia de Dios… mi historia”. Seis meses después, alrededor del mes de junio, ya estábamos conduciendo cultos de adoración en español en este lugar. Hoy ya han pasado casi tres años desde esa fecha, yo no soy el mismo de antes, mi esposa tampoco, mi hijo ya tiene tres años y mi niña un año y medio. En poco tiempo el estará en pre-kínder, sí constante transformación.

He visto como Dios ha transformado la vida de familias enteras, matrimonios, hombres y mujeres adultos y muchos jóvenes. Especialmente los jóvenes durante el verano a través del discipulado o el programa llamado el “aprendiz”. He visto como estos jóvenes están creciendo y dedicando sus vidas a servir a Dios y a discipular a otros; jóvenes involucrados en misiones, jóvenes impactando vidas, viajando por el mundo predicando el evangelio, entrenándose para dedicar sus vidas a Dios y al prójimo en universidades cristianas, impactando nuestra iglesia, buscando hacer la voluntad de Dios.

Nuestras vidas en forma individual, nuestra comunidad, nuestra familia de Singing Oaks no son las mismas, quizás podemos decir que eran buenas y ahora mejor, pero mejor en la búsqueda de la excelencia, sí, excelencia es lo que merece Dios. Para eso fuimos creados, y en sus manos la transformación es posible.